Léeme en 5 minutos
Aunque tengo cuidado, a veces no puedo evitar hablar de cosas muy particulares de la historia. Preferible no continuar si no se ha visto la película.
1. Todo tiene ciencia
Realmente creo que tenemos muchas oportunidades de mejorar en la forma en que vivimos y pasamos el tiempo, estoy convencido que lo podemos hacer mejor. También creo que cada día que pasa sin entender qué es lo que nos motiva o lo que mejor nos “va”, es un día perdido, que no aprovechamos al máximo.
Es por esto que a veces me encuentro tratando de entender juegos y pasatiempos que no me dicen nada. Algunos ajenos a mi cultura, como la petanca, otros que, generacionalmente hablando, me llegaron tarde, como las canicas. Ahora, piedra, papel o tijera es el juego por excelencia, y no como pasatiempo, para lo cual realmente no sirve mucho, sino como una forma muy divertida de terminar un desacuerdo, y con esto llevamos a la justicia a un nuevo nivel.
Esto a falta de una moneda para probar cara o sol, o águila o sello, lo cual era muy común en nuestra infancia, y que consideran a la manos como un instrumento digno de la confianza más grande. Ante un piedra, papel o tijera, cualquier discusión termina, se separa lo que es falso de lo que es verdadero, quién tiene razón de quién no la tiene… es la versión terrenal de la balanza de anubis y la pluma de maat; infalible para tomar decisiones difíciles, para separar a los justos de los pecadores.
Hay varios campeonatos de piedra, papel o tijera, un torneo mundial y una asociación mundial del juego. Se pueden encontrar más información con una simple búsqueda en internet. Al parecer hay gente que tiene el don de saber qué vas a sacar, y lo saben con mayor probabilidad que 33%, que es lo que la estadística ciega nos da. ¿Qué tipo de habilidades tienen estas personas para ganar más veces de lo normal?, ¿Para vencer las leyes del caos?
En cuanto supimos que para todo hay maña, nos sentimos engañados por todas aquellas veces que accedimos a hacer o aceptar algo con lo que no estábamos de acuerdo, dado a que considerábamos que piedra, papel o tijera era un instrumento que utiliza el destino, el tonalli, para hablar con nosotros.
En nuestra película se lleva este mismo juego a un extremo, con premios millonarios y castigos medievales, con apuestas y misterio. En este ambiente dotado de nuevas reglas y tecnología de punta, todo tipo de habilidades son valiosas. Me recuerda mucho la serie de Death Note, que pone en evidencia todo lo que puede hacer una persona inteligente con un set de reglas pre-establecidas, doblándolas al máximo, hasta donde la moral y la ética, y la cordura, se lo permiten.
Esto me lleva a la vida misma, en el momento que fue evidente que las definiciones, instituciones e historias que nos contamos, son producto de personas como nosotros mismos, que no son infalibles ni mucho menos, en ese momento las posibilidades incrementan exponencialmente; podemos hacer muchas cosas, y las únicas reglas que debemos seguir son las que nos privan de nuestra libertad, y las que nos dicta la naturaleza, que nos puede llevar a morir.
2. El destino de los deudores
Existe una habilidad que sé que existe, o sea, hay que gente que la tiene, y que yo no la tengo; la capacidad de endeudarse. Aquellas personas que tienen esta habilidad no saben que la tienen, creen que la tienen todos.
En verdad soy incapaz de deberle algo a alguien, por lo menos de manera conciente, y mi memoria está en constante evaluación de las posibles situaciones en las que estoy en deuda, para después lanzarme la alarma y tratar de enmendar dicha situación, sí es un tanto desgastante. Esto provoca que dé de más, solo para estar seguros que no quedé debiendo.
Obviamente el argumento es altamente rebatible, y es que en gran cantidad de situaciones la comparación entre un favor y otro es subjetivo, no se puede medir objetivamente, de ahí la belleza del dinero, que convierte en objetivo lo subjetivo, todo tiene un precio, se dice.
La historia de esta película da una teoría bastante curiosa pero, lamentablemente, un tanto fantástica e imposible, de lo que el destino le depara a los deudores, casi como un karma en vida, digo, de alguna forma tienen que pagar, ¿no?
3. Siempre hay oportunidades, incluso cuando no las hay
Estoy consciente de que las películas americanas nos tienen acostumbrados a los finales felices, esto provoca que siempre estemos buscando eso en una película, y nos perturba un poco saber que una película pueda terminar mal. Y no me refiero a los finales diferentes como los de La la land (2016), o A star is born (2018), que en los últimos años nos han mostrado un intento controlado de finales diferentes. Me refiero a casos como la ya mencionada serie Death Note, Brazil (1985) o The mist (2008), de las que solo la última es una película americana.
Esto ha provocado que cuando veo una película que no es americana, tengo esa preocupación latente de que algo termine mal. Sí es cierto que me preocupa, pero por otro lado me llena de curiosidad, me atrae. A medida que veía la película en cuestión, me llené de este sentimiento, y me fui convenciendo que no tendría un final feliz, incluso tendría un final trastornado.
Al terminar me encontré con algo muy diferente, muy diferente a los finales en que llega a salvar el día quien pensábamos que estaba muerto o inaccesible, o que algo ajeno a los buenos sucede, lo que le viene bien, u otros situaciones inverosímiles a las que estamos acostumbrados. En esta ocasión es una situación provocada por él mismo, la vida del personaje principal depende enteramente de eso, y no lo resuelve tirando patadas voladoras ni con gadgets tecnológicos, sino con el poder de la observación y la inteligencia.
Y bien, esto fue lo que me dejó...
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