The Invention of Lying: Reflexiones sobre la verdad, la religión y la empatía para cambiar el mundo (2009)
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Un poco de contexto: Esta película es poderosa, y al no ser muy conocida, me permito hacer una pequeña introducción. Cuenta la historia de un mundo en el que la mentira no existe, de repente, por alguna razón no mencionada, una persona aleatoria, de nombre Mark, aprende a mentir, inmediatamente se convierte en una gran ventaja para él, se vuelve una persona importante, como el tuerto en tierra de ciegos. La historia evoluciona en etapas y sucesos que tienen mucho parecido con nuestra realidad, en el que claramente sí existen las mentiras. Louis C. K., en unos de sus chistes habla sobre cómo un niño descubre la mentira, y las claras ventajas que tiene el mentir… Louis C. K. fue actor en nuestra película. Ya sea que el chiste inspiró a la película, o la película al chiste, ambos escenarios son valiosos para la humanidad siempre y cuando hagamos una pausa para la reflexión, ¿Cómo ha construido la mentira el mundo en el que vivimos?
Aunque tengo cuidado, a veces no puedo evitar hablar de cosas muy particulares de la historia. Preferible no continuar si no se ha visto la película.
1. El dolor de la verdad
Esta película sirve como un ejercicio mental de qué pasaría si siempre decimos lo que pensamos, y escuchamos constantemente la verdad sobre nosotros, un infierno, ¿no?. A nosotros que vivimos en un mundo con mentiras nos da risa cómo la personas se expresan mal o incluso le faltan al respeto al protagonista, porque está gordito, porque no es un buen elemento para el apareamiento, y mil razones, que por cierto, no son verdades, son opiniones.
A pesar del dolor que puede sentir una persona al recibir tantas críticas, a nuestro protagonista no le importa, solo se incomoda un poco, y muy al estilo inglés responde: right, y continúa con su vida.
Más que un mundo sin mentiras, es un mundo sin preocupaciones, en el que se puede ser quien eres, y no perder el tiempo a considerar el daño que le puedes provocar a las demás personas. Lo sorprendente de este mundo de fantasía, ya convertido en una utopía en mi cabeza, es que las personas están acostumbradas a escuchar la verdad, y no sentirse mal por esto.
2. La invención de la religión
Nuestro protagonista va a despedirse de su madre, que está por morir. El hijo, en un intento de calmar a su madre, atea en un mundo de ateos, le comparte conceptos religiosos que se acaba de inventar. La madre, después de escuchar que hay un hombre en el cielo, un Dios que nos ama, que hay una vida después de la muerte, muere feliz y en paz. Una mentirilla piadosa.
Nosotros como espectadores lo entendemos, por supuesto, es natural e incluso justificado hacerlo, nos reímos un poco, solo un poco, hasta que descubrimos lo que está pasando. Comprendemos por qué hay tantas religiones: debemos traducir, adaptar y bajar ese mensaje, esa confianza, esa felicidad en potencia, a todas las personas. Las buenas nuevas, el evangelio, las escrituras, las palabras sagradas.
Si no hubiera Dios, ni energías, sensaciones, paz y amor en el aire, si no hubiera fuerzas indescriptibles, habría que inventarlas... de hecho sería natural que surgieran de la mente de alguien, si no existen en el mundo mismo. Este escenario de la madre y del hijo, multiplicado por un trillón a lo largo de los años, y agregándole otros escenarios, los amantes, los amigos, los hermanos, es inevitable… y no tiene nada de malo, es por un bien mayor, ¿cierto?
3. Salvar al mundo
En un momento de lucidez, el protagonista se da cuenta de su poder, se da cuenta que puede hacer un mundo mejor, una pequeña mentira y cambiar todo, pero, ¿Qué debe hacer?, y la pregunta nace, sus amigos no le dan buenos consejos, por lo menos no con resultados a largo plazo.
Esta parte de la película provocó algo en mí, paró el tiempo... yo no puedo quedarme con la duda, dicen que la pregunta es lo difícil, y ya está, ¿Qué podríamos cambiar para hacer al mundo mejor?, debo de tener la respuesta, por si alguna vez un amigo con el poder de hacerla realidad me pregunta, o por si yo puedo hacerlo.
Una búsqueda rápida en Google nos arroja una lista de cosas que debemos hacer para mejorar el mundo: ahorrar, solo comprar lo necesario, cuidar nuestra salud física… y sí, google lo advirtió, es solo para cambiar el mundo desde nuestra trinchera, desde nuestro interior, ¿Alguién sabe qué podemos hacer para lograrlo a gran escala?, nada de que “sé el cambio que quieres ver..” nah, algo grande, poderoso, directo, veamos, hagamos un ejercicio mental.
Jesús, después Los Beatles, y antes muchas ideologías, dijeron, “all you need is love”. Todo lo que necesitamos es amor. ¿Y qué nos amen?, no, solo tú, ama, no esperes nada, no lo necesitas. Ok, ama a tú prójimo, vamos bien. Pero seamos honestos, y pragmáticos, ¿Cómo podemos hacer que la gente ame a su prójimo?, si una canción extremadamente popular no lo logró, ¿Qué sí lo puede lograr?
Lo más complicado es amar a alguien que te hace mal, sí, casi imposible, sobre todo si no comprendemos lo que dijo Platón hace unos cuantos pares de años: “No es que sea malo, es que no sabe”. De acuerdo, la ignorancia, va, vamos avanzando.
Al solo pensar en quitar la ignorancia del mundo para provocar que no hagan el mal, y poder amarnos más fácil, me viene a la mente una frase de mi ídolo, Isaac Asimov: “Those people who think they know everything are a great annoyance to those of us who do”. Con su debida traducción hecha por mi, las que están en internet no me gustan: “Aquellas personas que creen que lo saben todo, son muy molestas para quienes en verdad lo sabemos”. En pocas palabras, el conocimiento es relativo, subjetivo e infinito, nunca lo sabremos todo, ni sabremos si lo sabemos. Por aquí no es.
Tal vez no debemos quitar la ignorancia para erradicar el mal, sino comprender que no es posible, y aceptar que nosotros también provocamos mal a los demás, sin querer queriendo, sí, porque no sabemos, porque no estamos aquí, sino en nuestros propios pensamientos, porque no entendemos a los demás. Los universos se nivelan a lo largo de los años, tendemos a quedarnos tablas: el mal que nos van a provocar es igual al mal que provocaremos, incluyendo el que ignoramos que provocamos. Para aceptar esto debemos quitar el ego, todo acaba con el ego.
Quitar el ego requiere medidas más drásticas, como tener encuentros con uno mismo, estar en silencio por mucho tiempo, ir a vivir a una montaña como lo hizo Zaratustra y Grenouille, entender que no importa nada, solo importas tú, y tú eres parte de algo más grande, no eres solo tú, sino todos los demás. Ya sabemos qué es, lo reconocemos, ese sentimiento, que aún existe en nosotros como un rastro ancestral, algo pequeño, que ha perdurado a lo largo de las generaciones, sobrevivido cruces y mutaciones, nacimientos y muertes, esa empatía, ese reconocimiento de que los demás existen, que importan, que son parte de nosotros, es una chispa de esperanza, el arma del ser humano para ignorar al ego.
A este amigo hipotético, quién puede cambiar el mundo, le pediría: “Dile al mundo que los demás importan, tanto como uno mismo... que se pongan en el lugar de los demás”. La clave es que todos hagan caso, ningún Caín que se aproveche de la situación. Promover la empatía, reconocer a los demás, agradecer a los demás, considerar a los demás, vernos en los demás, amar a los demás. La empatía, para salvar al mundo, es mi respuesta final.
Cerrando: La película nos muestra que el poder de la mentira, cuando se usa para el bien, puede cambiar el mundo. Sin embargo, lo que realmente nos transforma es la empatía, el vernos reflejados en los demás. En un mundo saturado de verdades incómodas y mentiras necesarias, lo que necesitamos no es la perfección, sino la capacidad de comprender y conectarnos. La clave para un cambio real no está en eliminar la ignorancia, sino en abrazar nuestra humanidad y aprender a vivir con la verdad más importante: todos importamos.
Y bien, esto fue lo que me dejó...
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